martes, 29 de enero de 2008

Javier Bardem

Bardem es un actor que siempre me ha gustado. Cuando ví el film "Antes que anochezca" de Julian Schnabel y en el que el actor español interpretaba al poeta cubano Reynaldo Arenas (su primera nominación a los oscar) me quedé realmente sorprendida, no sólo por lo conmovedor de la historia, sino también por la interpretación magistral de Bardem. No hay duda de que es un fuera de serie llamado a ser uno de los grandes de la gran pantalla. Donde no es para nada un fuera de serie es en el terreno de las declaraciones políticas, es más, mete la pata a menudo. No hace mucho, el actor fue entrevistado por el diario Granma, el único periódico de Cuba, afín (cómo no) al régimen castrista. En esta entrevista Bardem manifestó que a Aznar había que juzgarlo por crímenes de guerra y apoyó al régimen cubano en su particular batalla contra el imperialismo yanki. Bien hasta ahí, todo el mundo es libre de expresar lo que quiera y lo que piense, pero hacer estas declaraciones en Cuba donde la falta de libertades es por todos conocida tiene mucha incoherencia. ¿Acaso se le olvidó a Bardem el papel de perseguido político por el régimen de Castro y que tan bien interpretó en "Antes que anochezca"? Acaso tampoco ha pensado en que él puede moverse libremente por ese país imperialista y yanki al que muchos cubanos quieren acceder para optar a una vida mejor dejándose la suya propia en el intento? Es muy fácil hablar desde un lado de la barrera. El último chiste de este gran actor ocurrió hace dos días durante la entrega de premios del Sindicato de Actores de EEUU. Antes de la entrega de premios, el presentador le preguntó en quién se había inspirado para hacer de psicópata en "No es país para viejos", su respuesta "me inspiré en Bush", no sólo no arrancó ninguna sonrisa entre los presentes si no que además fue acogida con un largo e incómodo silencio. Es lo que pasa cuando se dicen cosas fuera de lugar y fuera de contexto.

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